Arrueda

Arrueda fue mi máster intensivo en diseño, textil y resistencia emocional.
No nació de una oportunidad, sino de una obsesión: hacer ropa deportiva que no pareciera un uniforme de equipo de fútbol perdido en los 2000.

Durante 7 años, Arrueda fue mi campo de batalla y mi escuela. Inventé el nombre, parí la marca, diseñé la web, dirigí el branding, revisé hasta la última costura. Cada prenda me pasó por las manos. Cada error también.

Y sí, hubo baches y decisiones que hoy abrazaría distinto. Pero ese caos también me enseñó a reconocer lo que vale de verdad: una marca no es un logo bien vectorizado, es una historia bien vivida.

La web que diseñé para Arrueda no era solo funcional: era el reflejo de una comunidad que pedaleaba fuerte y sin excusas.
Las redes no estaban llenas de postureo, sino de verdad: contenido que hablaba de esfuerzo, sudor, pasión y ese “vamos a por todas” que aún me recorre la espalda.

¿Resultado? Una marca que se notaba, se movía, y sí, a veces se tambaleaba.
Pero que nunca dejará de rodar.